La contraseña adulta

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A medida que crecemos, asumimos progresivamente nuevas responsabilidades en distintos contextos: cuidado personal, sustento y trabajo, etc. Y para ayudarnos a ello recibimos, poniéndonos en el mejor de los casos, una formación más o menos explícita al respecto.

Así, por ejemplo, cuando somos niños no vamos libremente a los sitios, sino que dependemos de nuestros padres para ir y venir, para entrar y para salir, para decidir. Al cumplir años pasamos a tener nuestras propias llaves de casa e incluso nuestros propios vehículos. Y este proceso, normalmente, viene acompañado de una serie de enseñanzas y consejos para evitar problemas.

Pensemos ahora en la vida digital de cualquier persona de nuestra sociedad actual, desde un joven estudiante a un veterano empresario. Seguramente entre y salga de un montón de sitios electrónicos, usando distintos aparatos, y distintas llaves: las contraseñas. Pero, ¿lo hace de forma correcta?, ¿tiene una comodín o maestra, una para cada perfil, una para cada servicio?, ¿tiene las mismas precauciones con ellas que con las llaves reales de su casa o coche?, ¿esa persona, o alguien cercano, se ha molestado en aprender, o en enseñarle, a usarlas?, ¿contempló su educación hacia una vida plena y autónoma estos aspectos? Casi adivino las respuestas.

Pues esas llaves que dan acceso a nuestra vida y nuestra privacidad (datos, imágenes, trabajo, dinero,…), hasta hace poco eran pocas y simples, como el PIN de la tarjeta de crédito o de la SIM del móvil, pero hoy por hoy son muchas y variadas, desde las contraseñas de nuestras redes sociales hasta nuestros identificadores de empresa. Y esto complica el asunto.

De hecho, un síntoma evidente de falta de madurez digital es precisamente lo malas que suelen ser las contraseñas que usa la mayoría de la población, y el mal uso que se hace de ellas. A saber: elegir contraseñas habituales o de risa (estas fueron las de 2016),  anotarlas juntas y en lugar poco seguro, compartirlas con otras personas,… ¡incluso publicarlas en la web!

Por lo tanto, un aspecto de madurez digital a mejorar es la creación y utilización de las contraseñas con lógica. Y ni la sociedad ni los centros educativos pueden vivir ajenos a esta realidad. Afortunadamente ya se está dando algún paso al introducir nociones de ciberseguridad en las aulas, en actividades complementarias, e incluso en asignaturas específicas (en Galicia este año estrenamos una); pero queda mucho por hacer.

Los que saben del asunto hacen una serie de recomendaciones sobre contraseñas, y creo que tanto familias como docentes deberíamos servir de amplificadores y didactas de ellas (tras aplicarnos el cuento antes a nosotros mismos, claro está). Mi resumen de ellas sería:

  • No las compartas con nadie, deben ser secretas; excepción sensata es el caso de los niños, que usarían contraseñas conocidas por sus padres, o directamente cuentas de sus responsables (o navegación compartida y otros sistemas).
  • Procura que sean lo más robustas que puedas. La fortaleza de las contraseñas no es algo infalible, pero siempre ayuda y así no se lo ponemos tan fácil al que quiera fastidiarnos (pásate por aquí si eso).
  • Cambialas, de servicio en servicio, y de vez en cuando. Es decir, no tengas las mismas en todas las aplicaciones, ni durante todo el tiempo.
  • Usa con cuidado las preguntas de seguridad y los reenvíos de contraseña, a veces más que beneficiar pueden abrir nuevas posibilidades de acceso a intrusos o crear nuevos problemas.
  • Si las anotas en algún sitio, usa la cabeza: fuera del dispositivo y bien a salvo, o dentro de él pero con encriptación.
  • Cierra las sesiones cada vez que te vas de un equipo, salvo que tengas muy claro que nadie más lo va a usar.
  • Si te cuesta organizar este asunto, aprovéchate de alguna de las apps de gestión de contraseñas que existen en el mercado.

Por cierto, los colegios e institutos no suelen ser modelos a seguir en estos aspectos (en general ningún contexto en que se usan zonas comunes y equipos compartidos): un paseo por la sala de profes bastaría para demostrarlo. Así que tomemos nota: hay que cuidar el uso de identificadores y contraseñas, y procurar que los demás también lo hagan. Conste que el hecho de hablar de ello, ya es un comienzo.

PD: Si te interesa este post, pertenece a una serie sobre contraseñas: 1, 2, 3.


Imágenes:
Succo, Teclado seguro. En Pixabay, CCO.
Contraseñas más usadas. En web de Antonio González.
Características contraseñas. En artículo de la web de OSI.

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