Aunque no tiene tanto tirón como un hospital o como la investigación policial, la educación también ha aparecido en series de la televisión nacional. Física o Química, Querido maestro, Compañeros, Al salir de clase, e incluso por momentos Los Serrano, tenían en mayor o menor medida escenas desarrolladas en un entorno escolar (o relacionadas con él).
Pero como la mayoría de sus guiones daban una visión un tanto irreal de lo que acontece en colegios e institutos, me he permitido ajustar el argumento de algunas series actuales para acercarlas al día a día de los docentes. Mis propuestas son:
El príncipe
El poder de esta serie reside en su trío de personajes: un inspector brillante y efectivo (hasta guapo), al que el concurso de traslados lleva a una zona conflictiva, supuestamente para averiguar que está pasando con las matrículas; un veterano docente (también atractivo aunque maduro), de poco ortodoxos métodos, pero al que curso a curso se le va viendo mayor peso moral; y un joven profesor talibán de las TIC y las metodologías activas, que intenta captar fanáticos que sacrifiquen su carrera profesional en una cruzada contra las viejas pedagogías (y sí, este también está cachondo).
En sus indagaciones y encontronazos van apareciendo otros personajes, incluso una profesora que se ve en el fuego cruzado de estándares de aprendizaje y criterios de evaluación (por cierto, la profe tampoco es fea), sin saber que paradigma tiene la verdad. Al parecer en esta serie se pronunció la célebre frase: «Todas las programaciones didácticas acaban en agua salada: en lágrimas… o en el fondo del mar».
La que se revalida (aka Aquí no hay quien mida)
En un complejo educativo de varias unidades residen profesionales variopintos: un obseso de las apps, una humanista, un vago docente relajado, un legalista, un substituto que llegó para quedarse 15 días y lleva 2 trimestres, etc. Un par de ellos pugnan por la dirección del centro al enterarse de que la LOMCE da atribuciones para aprobar derramas sin consultar al claustro. El resto de docentes están muy ocupados practicando estrategias colaborativas que los llevan a meterse en múltiples enredos, teniendo peleas pedagógicas, emparejándose para mantener relaciones ABP, o simplemente intentando sobrevivir entre ese caos de claustros diarios. Aún por encima, tienen un conserje al que piden unas fotocopias… y les toca el timbre. Hombre, ¡un poquito de porfavor!
La cosa se complica aún más cuando llega una circular del administrador de fincas diciendo que habrá unas evaluaciones externas en la 3ª y la 6ª planta. Algunos vecinos ponen el grito en el cielo e intentan boicotearlas, mientras unos pocos dicen que si está en la Ley de Propiedad Vertical habrá que hacerlas. Aunque parece que hay muchos líos, en realidad esta serie es de coña.
El ministerio del tiento
El gobierno tiene trabajando en secreto a un grupo de expertos que intentan redactar una ley educativa estable, que contente a todos los actores sociales y, lo que supone el clímax de la serie, a todo el arco político. Debido a ello se ven obligados a andar con pies de plomo, a medir cada palabra, casi a caer en la inacción… Y es que cualquier puerta temporal que se toca puede hacer que la materia escolar se incline en beneficio de algún colectivo, lo que supondría el riesgo de cambiar la historia para bien… o para mal.
Por cierto, en la última temporada, tras varios viajes a distintas épocas para hallar el Códice Blanco de Maese Marina, que contiene la fórmula del sistema educativo infalible, encuentran una pista que sugiere preguntarles a los profesionales de la docencia del presente, dando así un inesperado vuelco a la trama. Habrá que esperar a los próximos capítulos para saber en qué queda la cosa.
Enseñar en tiempos revueltos
Coral y tirando a culebrón, esta teleserie narra las venturas y desventuras de todo un claustro que tiene que salir adelante en una época realmente complicada: los primeros años tras la guerra civil que enfrentó a los partidarios de los deberes con los del ocio libre, los recortes aplicados por el alcalde en sueldo y recursos, la presencia de caciques de los libros de texto condicionando la vida del barrio, la problemática de los grupos de WhatsApp de padres/madres, etc.
Cada capítulo se corresponde con un día lectivo, demostrando que la aparente rutina esconde emociones y conflictos velados,… y que los descansos entre temporadas son necesarios para no agotar la trama. Aplaudida y denostada a partes iguales por crítica y público, obtendría mejores cotas de audiencia si tuviese mayor apoyo publicitario por parte de las instituciones.
Aguila coja
El prota es Gonzalo, un super-profesor con múltiples habilidades: lo mismo enseña literatura a un grupo de niños de clases bajas en su humilde escuela unitaria, que practica la lucha ninja contra el despotismo ejercido desde el Palacio Ministerial. Con oportunidades de haber subido al poder, no sólo por razón de nacimiento (estudió en privado), sino también porque la Condesa de la Consellería le tira los tejos, sigue prefiriendo su pequeña aula a la vida relajada de despacho. Y así, lucha hasta la obsesión por lograr la igualdad educativa, teniendo que enfrentarse en ocasiones al inspector Hernán, representante de la ley en la Villa.
Aunque el tío es un crack, también tiene su talón de Aquiles: por hacer caso a Satur, el profe de apoyo, se mete en muchos líos; por embarcarse en tantos MOOCs, no puede atender bien la crianza de su propio hijo; e incluso el no haber estudiado en Magisterio la teoría de las inteligencias múltiples hace que no pueda gestionar correctamente su amor por Margarita, la conserje del centro. ¡Nadie es perfecto!
Esta es sólo una modesta contribución al imaginario audiovisual docente. Si alguien tiene más ideas sobre otros personajes, sobre nuevos títulos o remakes, o sobre posibles desenlaces, por favor, que los comente aquí o en las redes. Ah, y se busca productor.