Tiempo y oportunidades

Muchas veces no le damos importancia al consumo de lo más importante que tenemos: el tiempo. No digo que todos tengamos que ponernos en plan filosófico (o sí, que un poco de existencialismo o de pensamiento bergsoniano tampoco hace daño), pero podemos probar a hacer una práctica que seguro resultará interesante.

Se trata de visualizar lo que sería un recorrido aproximado por las grandes etapas de nuestra vida, y anotar las oportunidades que nos quedan de hacer ciertas cosas. La idea la encontré en dos post de Wait But Way muy recomendables: uno en el que representan la vida años/meses/semanas y otro en el que, en lugar de emplear unidades de tiempo convencionales, la miden en actividades o eventos. Si ya la primera forma de verlo impresiona, la segunda más todavía. La primera práctica puede hacerse con las hojas imprimibles que acompañan el citado post, o con esta aplicación simplemente configurando la fecha de nacimiento, el país (por lo de la esperanza de vida), y el inicio y duración de las grandes fases de la vida; la segunda ya requiere pararse a pensar a un nivel más personal, contar cuántas veces más haremos esa cosa que tanto nos gusta, y llegar a conclusiones o decisiones como las que relatan al final de la entrada. Y ojo, que aunque lo de superbowl o la pizza pueda parecer anecdótico, lo de la familia no lo es tanto.

Personalmente, la primera cuestión no me impactó mucho porque, como suelo pensar sobre el tema, ya tenía claro donde se localizaría el puntito negro. Pero con la segunda me petó especialmente el coco porque deja claro que ciertas cosas que ahora disfruto no están tan disponibles como podría parecer, y porque coincide con una de las citas que más me obsesiona desde hace años: este párrafo de El cielo protector de Paul Bowles, con el que también se abre esa maravilla de Neurosis titulada Lost.

Como no sabemos cuándo moriremos, pensamos en la vida como un pozo inagotable. Sin embargo, todo sucede solo un cierto número de veces, y realmente un número muy pequeño. ¿Cuántas veces más recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que forma parte tan profundamente de tu ser que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella? Quizás cuatro, cinco veces más, quizás ni siquiera eso. ¿Cuántas veces más verás salir la luna llena? Quizás veinte. Y sin embargo, todo parece ilimitado.

En resumen, que el tiempo lo usamos, lo vendemos, lo disfrutamos, lo gastamos, lo malgastamos, lo invertimos, etc., pero sin reflexionar sobre lo que ello implica. Así que, incluso huyendo de tópicos y latinismos que no me gustan mucho (carpe diem, tempus fugit, y demás familia), empezemos a tenerlo presente y a aprovecharlo más y mejor.

Por cierto, como curiosidad final, en este episodio de Kaizen relacionado con esto ofrecen incluso formas de calcular cuánto vale monteriamente tu tiempo, con sus hojas de cálculo, sus apps y todo.

Deja un comentario