El otro día me invitaron a participar en un foro sobre educación digital organizado por La Voz de Galicia. Había gente de Amtega, de la Consellería, del cluster EduTech, de la Fundación Vodafone, y el menda como representante del profesorado y del equipo directivo de un centro con algunos programas de innovación y TIC.
Amigablemente (pese a lo que pueda parecer por la cara de susto con la que me sacaron en la noticia), dialogamos sobre la incorporación de las TIC a la educación, sobre el libro digital y el proyecto E-Dixgal gallego, sobre el papel que jugó (juega) la tecnología en mantener la actividad lectiva durante la pandemia… y sobre la brecha digital.

Es en cierto modo normal que esta situación socio-sanitaria haya hecho que en todas partes se hable de esa brecha digital. Pero la realidad es que ésta ya existía antes del COVID, y existirá después, sin ninguna duda. Probablemente en menor medida, ya que la pandemia ha hecho que se acelerasen muchos procesos necesarios para a su reducción (o al menos para la toma de conciencia sobre su existencia), y por tanto en estos meses se ha avanzado mucho, pero existirá. Se ha avanzado, pero quedan muchos, pero muchos, pasos por dar, ya que es un problema complejo, relacionado con «otro tipo de brechas» existentes en la sociedad (de género, económicas, idiomáticas, geográficas…). Y además, porque implica varias dimensiones internas:
- De acceso y equipamiento. Y es que el aspecto básico es que la comunidad educativa tenga dispoibles dispositivos informáticos, conexiones, software, programas, etc. Y todo el mundo, porque sino mal asunto. De ahí la importancia de la accesibilidad, del Diseño Universal de Aprendizaje, de una economía más justa y equitativa… Esta dimensión tal vez sea la que más ha progresado, al menos en mi contexto.
- De uso y calidad. Aquí lo importante es considerar cuánto tiempo se usan esas teconlogías, para qué y con qué razones. Tener recursos no llega de por sí: hai que usarlos, en la proporción adecuada, con productividad, con sentido crítico… Aquí empezamos a cojear, o eso sospecho.
- Educacional y lógica. Esta tiene que ver con las habilidades de los usuarios, la cultura institucional… e incluso con las propias potencialidades y limitaciones de la tecnoloxía. Porque por muy defensor que uno sea, hay cosas que no se pueden hacer ni en digital ni a distancia.
Vamos, que en esto de la tecología educativa hay que dotar, hay que formar, y hay que planificar. Sin una de las tres cosas apunta hacia donde no es, vamos a fallar el tiro. Llenar los centros y las aulas (y los hogares) de portátiles y tablets, y de robots e impresoras 3D, sin formar de verdad al profesorado en su uso lógico, sin apoyar a los chavales y las familias, sin tener una estrategia de calidad, o poniendo «lo digital» delante de «lo educacional», valdrá de bien poco. Y, por desgracia, muchas veces es lo que se ha hecho.
Es más, si pensamos en la importancia que tiene la educación digital en la sociedad actual, no sólo como substituta o complementaria a la educación presencial o tradicional, sino como aprendizaje básico (la competencia digital tiene, o debería tener, un carácter transversal a todas las materias y competencias, y además es una habilidad básica para la futura integración del alumnado a la cidadanía activa e responsable), entonces es obvio que reducir esa brecha es un reto fundamental para los centros y el sistema educativo. Por eso son cruciales las iniciativas para aumentar la carga digital de la enseñanza, para hacerla más profunda e integrada pedagógicamente, o para compensar o favorecer a determinados colectivos en los que se manifiesta con mayor fuerza ese gap (las niñas, el alumnado con necesidades educativas especiales, las familias con escasos recursos económicos, la gente del rural…).
Así que toca trabajar para eliminar esta brecha digital. ¿Qué podemos hacer, tanto desde el alto ámbito empresarial y político, como desde el propio terreno de juego escolar? Obviamente deberían cambiar muchas cosas a nivel social y educativo, pero así de primeras, estaría bien empezar por:
- Proveer de recursos, sea como fuere (préstamo, cesión, subvención, donación…).
- Usar los recursos adecuados: dispositivos y herramientas de bajo coste, libres, abiertos, seguros, de calidad…
- Conseguir una conectividad de calidad: rápida, estable, económica, segura, amplia…
- Establecer servicios y redes de apoyo y asesoramiento tecnológico, y potenciar la investigación y la innovación educativa e tecnolóxica.
- Tener una estrategia clara y razonada (necesariamente crítica): la pedagogía tiene que estar antes que las tecnologías.